viernes, 17 de marzo de 2017

Saldungaray 1938.





Estrenada en diciembre 2010, con dirección de Guillermo Yanícola, en el Club de las Artes, OAM, Mar del Plata. 
Trabajo resultante del taller Cómo se arma la cosa 2010.


Personajes y elenco de la puesta original.

Alma: Sol Coronel (estreno) / Mariela Usabel (funciones posteriores)
Dolores: Karina Dottori
Fermina: Elisabeth López
Gloria: Carla Areta
Gracia: Abril Grotadaura
Marta: Clara Morlans
Rosa:  Claudia González





Un depósito de almacén. Hay trastos arrumbados, bolsas de arpillera llenas de granos, fiambres colgando del techo.

Mientras el público ingresa a la sala, se ve al fondo, sobre la derecha de la escena, un cadáver tirado.


INICIO: 

Apagón.



1. 

Luz tenue. El grupo de siete mujeres de espaldas al público, rodeando un cadáver que yace en el piso.

Marta. ¿Cómo terminamos con un cadáver en el depósito de Jorge? Somos mujeres de fe. ¿Cómo llegamos a esto?

Fermina. No sé. No sé. No sé pero sabía. Sabía pero me olvidé.
Es que me olvido. Me olvido de todo. Eso recuerdo.

Alma. Recuerdo. Yo también recuerdo que olvido.

Gloria. Recuerdan que olvidan. ¿Es lo único que recuerdan?

Rosa. Es lo primero que recordamos. No es mucho. Pero ya es algo. Es un principio.

Gracia. Un principio ya es la mitad de algo.

Dolores. Recuerdo que comenzamos a olvidar. No sé cómo, ni porqué. Pero de un momento a otro, un día, empezamos a olvidar, a olvidarnos de todo.  

Marta. Recuerdo la primera vez que vinimos al depósito de Jorge. Fue hace unos días. El martes. ¿Se acuerdan?

Baja la luz. Se ve en contraluz a las siete mujeres arrastrando el cadáver, en lenta procesión, hasta que salen.


2.

Luz. Desorden. Bullicio. Entran todas menos Alma. Las seis mujeres hablan a la vez, casi a los gritos. No está el cadáver de la escena anterior.

Marta. Años, años que vivo en Saldungaray y jamás pasó una cosa así.

Rosa. Somos las damas de la Parroquia ¿cómo pueden hacernos esto…?

Gracia. Para mí fue culpa de este cura. Antes con el padre Luis era mejor…

Fermina aparta a Gracia del grupo, bullicio.

Fermina.  Callate Gracia. Te callás. (Le da con la biblia en la cabeza)

Dolores. Tenemos que mantenernos unidas, lo importante ahora es recuperar la salita.

Gloria. No podemos reunirnos acá, my darling, abajo del salchichón. ¡Acá está lleno de fiambres! Yo no sé cómo podés vivir acá…

Marta. Esta no es mi casa. Es un depósito. Es el depósito del almacén de Jorge. Mi marido. No te metas con mi vida.

Bullicio.

Fermina. (Se aparta del grupo, toma su biblia y dice un Texto bíblico, que se impone sobre el desorden)

Se calman.

Fermina. Reflexionemos muchachas.

Gloria. ¿So what? ¿Nos vamos a reunir siempre acá?

Dolores. ¿Alguien sabe por qué estaba cerrada la salita?

Gracia. No. Llegamos y estaba cerrada con llave.

Gloria. ¿Por qué el padre nos dejaría afuera de nuestro centro de reunión? No hay que olvidarse que hace más de seis años que vamos a la salita todos los martes y los sábados.

Fermina. De tres a siete menos cuarto.

Gloria. O clock.

Rosa. Con todo lo que hicimos por el pueblo.

Marta. El mondongo del veinticinco de mayo.

Dolores.  ¿Quién lo organizó?  

Todas: El grupo de Damas Parroquiales.

Gloria. ¿Y el Via Crucis? ¿Quién lo organizó?

Todas: El grupo de damas parroquiales.

Gracia. ¿Y la lotería para el día del niño quien la organizó?

Todas: El grupo de damas parroquiales.

Rosa. Hay que tomar medidas ya.

Todas.

Rosa. No podemos quedarnos sin hacer nada.

Todas. No.

Rosa. Hay que averiguar ya mismo qué fue lo que pasó.

Todas. Sí.

Marta. El padre va a tener que dar explicaciones.

Gloria. En un rato volvemos con la salita recuperada.

Aplausos.

Comienzan a salir; entra Alma, cargada de equipaje.

Rosa: ¡Miren quién ha vuelto al pueblo!

Gloria: ¡Bienvenida!

Salen Rosa y Gloria, luego salen Fermina y Gracia, luego Dolores, quedan sólo Marta y Alma.

Se miran, Alma con ojos tristes, de haber llorado. Marta avanza, le acaricia la cara.

Marta. Sos como la hija que nunca tuve.

La besa en la frente, se abrazan, van saliendo hacia la casa de Marta.

Alma. Marta, ¿Me puedo quedar unos días acá?  

Marta. Sabés que sí.

Salen.

Baja la luz.


3.

Luz. Están sólo Marta y Fermina. Entra Dolores. Camina muy débil y lentamente, con un paso ridículo e interminable. Finalmente parece haber llegado a su lugar, suspira. Fermina y Marta accionan. Sorpresivamente Dolores comienza otro trayecto. Finalmente llega a un lugar y descansa.

Dolores. ¿No llegaron?

Marta. No.

Entra Alma.

Marta. ¿Encontraste todo?

Alma. Si. Gracias Marta.

Fermina secretea con Marta.

Marta: Yo la invité.

Dolores camina muy lentamente hasta la ventana. Marta va en su ayuda, se genera un aparte para Fermina y Alma.

Fermina. ¿Qué hacés acá?

Alma. Nací acá.

Fermina. ¿Por qué volviste?

Alma. Porque me fue mal.

Fermina. Te callás la boca.

Alma. Yo no me callo nada.

Fermina. Me arruinás la vida. No se te ocurra contar nada.

Alma. ¿De qué hablás?

Fermina. Sabés de qué te estoy hablando.

Alma. No. No sé.

Fermina. Sos la única que lo sabe.

Alma. ¡Ah..! ¿De qué tenés miedo? ¿Qué pasaría con tu Biblia si yo hablo?

Fermina. No me hagas eso. Esto es algo que el pueblo necesita. O tiene fe o tiene miedo.

Alma. Como vos.

Fermina. Por favor… 

Alma. Yo no soy como vos. No voy a decir nada.

 Marta las descubre y trata de entender la conversación, Fermina disimula, silencio incómodo prolongado.

Fermina. ¿No vieron a Gracia? Gracia, la huérfana que estoy… Ella a veces es terrible. A veces se escapa. A veces lee mal. Y yo le digo y le repito. Y no lo aprende. Y llega el momento de la misa y no lo sabe…

Marta. Yo tampoco sé leer. Me lee todo Jorge. Me lee los salmos. A veces me parece que algunos los inventa. Me lee todo. Me lee el precio de la bondiola y yo lo recuerdo. Me lee el precio del salame y me lo acuerdo. Si querés te puedo recitar completa la lista de precios de los fiambres, de memoria. Jamón crudo: tres con veinticinco, jamón cocido: dos con veinte…

Entra Gracia.

Fermina: ¡Gracia!
Fermina: los siete espíritus de dios:
Gracia: las perfecciones de la divinidad.
Fermina: Los siete candeleros de oro:
Gracia: la perfección de la luz y la verdad y del testimonio dado por Cristo.
Fermina: Las siete estrellas: 
Gracia: la perfección en el gobierno y la supervisión.
Fermina: Las siete lámparas:
Gracia. la perfección en la iluminación del Espíritu.
Fermina: Los siete sellos:
Gracia: la perfección de seguridad y autoridad.
Fermina: Los siete cuernos:
Gracia: la perfección del poder divino.
Fermina: Los siete ojos:
Gracia: la perfección del discernimiento.
Fermina: Las siete trompetas:
Gracia: la perfección de jurisdicción.
Fermina: Los siete truenos:
Gracia. la perfección del juicio.
Fermina: Las siete plagas:
Gracia: la perfección de la ira divina.
Fermina: Las siete copas: 
Gracia: la perfección de la destrucción.
Fermina: Los siete montes:
Gracia: la perfección del poder terrenal.
Fermina: Los siete reyes: 
Gracia: la perfección de la… de la… realeza terrenal.

Fermina con un gesto la reprueba y la hace salir de allí, cuando está por salir irrumpe Marta, Gracia se detiene.

Marta. Salame de milán, dos cuarenta, mortadela, uno con ochenta, cantimpalo, dos sesenta...

Fermina repite el gesto a Gracia, vuelve a intentar irse y entran Gloria y Rosa, Gracia se queda a un costado, gran escándalo de Gloria.

Gloria. Is so bad. No pueden hacernos esto. Oh my god.

Marta. ¿Que dijo el padre?

Rosa. La salita no la tenemos más.

Fermina. ¿Por qué?

Rosa: Hasta que terminen las obras.

Gracia. ¿Qué obras?  

Rosa. Las obras del cementerio. Le dieron nuestra salita al arquitecto, para que guarde sus cosas y se aloje ahí.

Gloria. Al arquitecto, nada más y nada menos, a ese arquitecto que le oculta al pueblo, a nuestro pueblo de Saldungaray, a nuestra people, qué es lo que está construyendo. Pregunto: ¿Alguien sabe cómo va a quedar el cementerio nuevo?

Todas: No.

Gloria. ¿Alguien puede acercarse, si lo desea, a ver cómo va la construcción?

Todas: No.

Gloria: ¿El arquitecto informó al pueblo de qué se trata su obra?

Todas: No.

Gloria: ¿Por qué? Porque este arquitecto caprichoso no permite que ningún habitante del pueblo sepa lo que está haciendo con NUESTRO cementerio.

Marta. No suelta prenda. No dice nada. Nos tiene a todos en ascuas. No puede jugar así con nosotras, con nuestra ansiedad, con la curiosidad natural de todo el pueblo.

Rosa. Si, y en nuestra salita duerme, come, trabaja, estudia los planos y dirige la obra.

Gloria. Ese arquitecto está apañado por el gobernador. El mismo gobernador que quiere prohibir la venta de alcohol después de las nueve de la noche.

Marta. Qué retrógrado.

Gloria. Y a este arquitecto, a este arquitecto de… pacotilla el padre le ha dado nuestra salita. ¡Es indignante!
  
Dolores. Ahora que sabemos donde guarda los planos, podríamos sacarnos la duda.

(Se detienen)

Fermina. ¿Qué duda? ¿Qué querés decir?

Dolores. Que Rosa tiene la otra llave de la salita, la que le dio el padre Luis. ¿Todavía la tenés no? Entonces podrías entrar y mirar los planos. Así sabríamos cómo va a quedar el cementerio.

Fermina. Pero cómo se te ocurre. Pasar por encima de la autoridad del Padre.

Marta. No podemos hacer eso. Somos las damas parroquiales.  

Rosa. Yo no voy a entrar a espiar. De ninguna manera.

Gloria. No sería ético.

Silencio, pausa.

Fermina. ¿Y cómo hacemos para entrar sin que el padre se de cuenta?

Todas se prenden en el plan, traman secretamente.

Baja la luz.


4.

Gracia. Querido señor, te agradezco por el pan de cada día, por la sopa al mediodía y por la polenta de noche. Te pido por favor: haz que Fermina deje de pegarme con la biblia en la cabeza. Yo sé que soy muy afortunada al estar a su cuidado, fue ella la que me sacó del orfanato y me trajo a Saldungaray; y yo te lo agradezco señor. Desde el año pasado vengo siendo buena y colaboradora. Te pido, señor, protégeme de todas y cada una de sus golpizas. Amen.  Ah… una cosita más: me gustaría en las reuniones de las Damas Parroquiales tener posibilidad de hablar cuando yo quiera, como las demás, sin que ella me haga callar la boca...

Entra Rosa.

Gracia. Rosa. ¿Qué pasó? ¿Entraste a la salita? ¿Qué encontraste?

Rosa.  Algo increíble. ¿Y las demás?

Gracia. Marta me dejó a cargo. Dijo que cuando llegaras le avisara. ¿Le voy a avisar?

Rosa. Si. No. Espera. Tengo que contarte. Entré a la salita y lo vi todo.

Gracia. ¿Todo?

Rosa. Todo.

Gracia. ¿Todo… qué?

Rosa. Todo. Los planos. Los planos del cementerio. No hay otra cosa que planos ahí. Miles de planos. Planos grandes y pequeños. Hay tantos planos como para volver a construir el mundo. Parece que la obra va a ser monumental. No hay un cementerio así en toda la provincia. Ni siquiera en el país. Pero son muchos, no puedo traerlos.

Gracia. ¿Y cómo es? ¿El cementerio? ¿Cómo es? ¿Cómo va a quedar?

Rosa. No sé. No puedo darme cuenta. Vi varios planos, pero cada uno es sólo una parte de la construcción, una parte pequeña. Es como un gran rompecabezas. Habría que juntar todos los planos para poder darse cuenta de cómo va a ser.

Gracia. ¿Y si los vas sacando de a poco, traes algunos y los copiamos acá, yo sé dibujar bastante bien, después los devolvés y sacás otros… así tendríamos acá copias de todos los planos y podríamos reconstruir ese rompecabezas acá, en el depósito.

Rosa. El rompecabezas del cementerio. Podríamos tener el nuevo cementerio acá mismo en el depósito de Jorge.

Gracia. Sí.

Rosa. Excelente.

Entran las demás alborotadas.

Todas. ¿Y? ¿Qué pasó?

Rosa. Algo, increíble, les cuento… tenemos una idea para saber cómo va a ser el nuevo cementerio.

Alboroto.

Gracia. Sí, se me ocurrió que…

Fermina. Gracia te callás, que Rosa nos va a decir la idea que tuvo.

Rosa. Vamos a hacer lo siguiente, escuchen…

Baja la luz. Se ve en contraluz a las siete mujeres arrastrando el cadáver, en lenta procesión, ingresando.


5.

Luz tenue.

Fermina. Me acuerdo, me acuerdo, de a poco me voy acordando. Me acuerdo pero me olvido. Me olvido pero me acuerdo.

Marta. Yo me acuerdo que nunca estuve de acuerdo. Yo estaba en desacuerdo. ¿Se acuerdan? Yo no quería que se use el depósito para esta cosa horrenda… macabra, si Jorge se llegaba a enterar de que estábamos reconstruyendo el cementerio acá mismo...

Alma. Marta vos al principio te negaste, después entre todas decidimos hacerlo ¿No te acordás?

Marta. No me acuerdo. ¿Y este cadáver? ¿Cómo Terminamos arrastrando un cadáver a la madrugada hasta el depósito de Jorge?

Sube la luz un poco.

Rosa. (Saca un lápiz de su cartera) Me acuerdo que poco a poco, laboriosamente íbamos copiando los planos y reconstruyendo el cementerio, acá en el depósito.

Le entrega el lápiz a Gracia, mientras habla sucede lo que cuenta.

Rosa . Gracia dibujaba, Alma la ayudaba, yo iba trayendo unos planos y llevándome otros de vuelta a la salita.

Gloria. Lo que nos ayudó fue la prodigiosa memoria de Marta para los fiambres, eso aceleró el proceso.

Fermina: ¿A ver? ¿Te acordás todo?

Marta. Si: Diámetro del pórtico: 12, 70 metros. Altura de la cruz: 9, 25 metros…

Gracia: ¿Ancho total del crucifijo?

Marta. 7, 35 metros. Plano 24: La gran rueda…

Dolores. Sí. Ya estaban casi todos los planos copiados. Sólo faltaba que Rosa trajera los últimos…

Marta: Yo les convidaba esas galletitas ¿se acuerdan? 

Marta convida galletitas, nadie le acepta, Marta prueba una y sorpresivamente apenas termina de comer irrumpe con el texto siguiente.

Marta. Se me pone todo blanco. 

Gracia. Negro. El olvido es negro.

Pausa.

Fermina: las galletitas… el olvido…

Marta. ¿Cómo terminamos arrastrando el cadáver del arquitecto al depósito de Jorge en plena madrugada?

Se detienen, observan y revisan el cadáver, comprenden, recuerdan.

Fermina. ¡El arquitecto! ¡Es el cadáver del arquitecto!

Rosa.  ¿No es irónico? El arquitecto yace muerto en la reproducción a escala de su propio cementerio.

Dolores. Me acuerdo que Gloria y yo estábamos acá, charlando, un poco tristes. ¿Te acordás Gloria?

Gloria. No Dolores, Vos y yo no charlamos nunca.  

Baja la luz. Se ve en contraluz a las siete mujeres arrastrando el cadáver, en lenta procesión, hasta que salen.


6.

Luz. Dolores y Gloria; luego todas menos Rosa. Luego entra Rosa.

Gloria. Mirá que hermoso va a quedar. Esa cabeza de Cristo. Mirá que bien que lo dibujó Gracia. Wonderful. No sopla una gota de viento. Hace años que no hacía un calor así. Qué verano, dios mío. ¿Y vos Dolores, qué estás haciendo acá? Vos que podés ¿porqué no te volvés a Buenos Aires?

Dolores. Me gusta Saldungaray. En estos dos años aprendí a quererlo.

Gloria. ¿Dos años? ¿Ya?

Dolores. Si. Vine en  el 36… ¿Te acordás? el aire de la sierra me iba a curar la anemia más rápido. Me gusta acá.

Gloria. ¿Te gusta? Pero no vas a comparar con Buenos Aires… ¡Ojalá te cures pronto así volvés! Pensá que una vez que salgas de este pueblo de mala muerte, vas a volver a Buenos Aires, ¡a una capital del mundo! De Buenos Aires a Londres hay un solo paso, my dear. Buenos Aires es el paraíso.

Dolores. Buenos Aires para mí era el infierno. Tenía una casa inmensa, y un marido lleno de dinero, sí. Pero viejo. Muy viejo. Vivía sola, en mi casa, vivía sólo para complacer a un marido que parecía mi abuelo. Yo estaba muy triste en Buenos Aires, Gloria, vivía tan profundamente triste que un día toda esa tristeza se convirtió en anemia. Yo no era feliz en Buenos Aires. Yo allá era tan infeliz como vos acá.

Gloria. Pero qué estás diciendo. ¿Cómo se te ocurre decir eso? ¿De dónde sacás que yo no soy feliz en mi matrimonio?

Dolores. Gloria yo nunca nombré tu matrimonio.

Gloria. Pero…but! But!

Dolores. Te voy a confesar algo: desde hace un tiempo estoy curada. Ya no estoy anémica. Voy a tener que volver con mi esposo. A Buenos Aires. Quisiera  poder quedarme. Sólo para no tener que irme. Pero para eso tendría que seguir enferma. ¿Entendés?

Entran las demás menos Rosa. Marta entra como perdida. Repite nombres de fiambres y precios, se le mezclan con cotas y medidas del cementerio.

Dolores mira a Gloria, Gloria le devuelve una mirada cómplice, entonces Dolores, tose, y camina fingiendo debilidad, finge estar enferma.

Todas cuelgan los planos de unas sogas, con broches, luego observan cómo quedaron, cómo quedó la reproducción del cementerio en el depósito; atónitas, felicitan a Gracia por los dibujos, contemplan la obra del arquitecto con fascinación. Se escuchan ruidos.

Fermina. Debe ser Rosa.

Ingresa Rosa.

Todas. ¿Los trajiste? ¿tenés los planos?

Rosa. No hay más. Estos eran todos los planos. El Cristo es sólo la cabeza.

Gloria. Nuestro Señor. Sin cuerpo. 

Gracia. Jesús también era un cuerpo. No sólo cabeza. No sólo Espíritu Santo.

Fermina. ¿Qué quiere decirnos este arquitecto con este portal? ¿Qué Cristo no tenía cuerpo?

Dolores. O que el cuerpo no es dios. El cuerpo es el diablo.

Alma. El cuerpo no es el diablo.

Rosa. El cuerpo no es importante.

Alma. Si. El cuerpo es importante.

Rosa. El cuerpo no importa. Importa el espíritu. En el cuerpo anida el pecado. El cuerpo es una cáscara. Una cáscara del diablo. Hay quien se queda con los placeres, pero la cáscara se pudre. Se muere. Hay quien se va del pueblo a gozar de las mieles de la vida fácil. No es raro ver a estos ejemplares volver arrepentidos con la cáscara rota.

Alma. ¡No! No quiere decir que el cuerpo no importa. Quiere decir que no importa cuanto daño le hayan hecho, cuanto lo hayan pisoteado. Pueden haberlo matado, aplastado como a una cucaracha, pueden haberlo borrado completamente, pero aún así, con el cuerpo roto, el espíritu perdura.

Fermina. Es un enviado, un enviado de dios.

Dolores. Es el mismo diablo.

Rosa. ¿A quién más se le ocurriría un dios sin cuerpo?

Gloria. ¡What the hell! ¡Qué aberración!

Tumulto, opiniones encontradas unas a favor y otras en contra del arquitecto.)

Marta. ¿Al final Es el diablo o es dios? (Come galletitas, se pierde en la nebulosa del olvido)

Rosa. A ver que dicen de esto: Municipalidad de Pringles, matadero y Municipalidad de Balcarce,  municipalidad de Laprida, González Chávez y Rauch. Torquinst, Municipalidad. Plaza y cementerio de Azul. (Despliega los planos, todas los ven,  atónitas, ya no quedan dudas.) Tiene una avioneta. Viaja por toda la provincia para controlar sus obras. Hay que hacer algo. Hay que detenerlo. Es el mismo diablo.

Impulsiva y velozmente traman algo, hablan entre ellas.

Gracia.  ¿Quién se queda a vigilar?

Gloria. Señoras, Ladys… ¿adónde estamos yendo? ¿Les parece incendiar la salita? ¿Nuestra salita donde estuvimos todos estos años reunidas?

Rosa. Es por el bien común, por la humanidad.

Gracia. ¿El bidón de nafta? ¿Los fósforos?

Dolores. Acá lo tengo.

Rosa. Si, deben ser cerca de las 4, hay que hacerlo antes del amanecer, ¡Ya! vamos.

Baja la luz.


7.

Luz. Se ve la sombra de Marta tras los planos, comiendo galletitas, perdida en la nebulosa del olvido. Ingresan todas arrastrando un cadáver.

Gracia. Y el plan iba perfecto hasta que nos encontramos a este hombre adentro, desmayándose entre oleadas de humo, entre los planos quemándose y las cortinas haciendo fuego.

Rosa. No había tiempo para rescatarlo. No sé por qué insistieron y lo trajeron a la rastra, arriesgándose a que todo el pueblo nos viera.

Dolores. Pero no nos vio nadie, Rosa.

Gloria. No lo sabemos.

Dolores. No, no nos vio nadie.

Gloria. ¿Está muerto? ¿Lo matamos? Matamos a un hombre. Oh my god.

Gracia. ¿Qué hacía este tipo adentro de la salita a estas horas de la madrugada?

Dolores. Sólo hay una posibilidad: que sea el arquitecto.

Rosa inspecciona el cadáver.

Fermina. ¡El arquitecto! ¡Es el cadáver del arquitecto!

Rosa. Es un cadáver. Un cadáver fresco. Una cáscara sin importancia.

Gloria. Rosa, sabemos que estás familiarizada con estas cosas, porque es tu trabajo, y alguien tiene que hacerlo, pero, ¿hay necesidad my darling de andar tocando y removiendo?

Rosa. Aún no se ha ido del todo. Su alma. Podemos hacerla hablar.

Fermina. ¿Qué decís Rosa? ¿Qué estás diciendo?

Gracia. Rosa maneja cosas. Sabe de eso. Yo lo sabía.

Alma. ¿Hacerla hablar?

Rosa. (Canta, en trance) Entro en el cuerpo buscando el alma. Desde la cáscara hasta el hueso. El hueso del alma. El alma del arquitecto. (Busca en el cuerpo, se acoplan un par más que manosean el cuerpo inerte del arquitecto)

Marta. ¿Qué están haciendo? ¿Le curan el empacho?

Fermina. ¿Qué hacés Rosa?

Gracia. Le está entrando al arquitecto. Buscando el alma.

Se agrupan de rodillas alrededor del cadáver, rezan un rezo inentendible del que sobresalen levemente los siguientes textos, mientras el murmullo general sigue sonando como fondo:

Rosa. Información no es conocimiento.

Gracia. Conocimiento no es sabiduría.

Dolores. Sabiduría no es la verdad.

Alma. La verdad no es la belleza.

Marta. La belleza no es el amor.

Gloria. El amor no es la música.

Fermina. Y la música… la música, es lo mejor.

Rosa conecta con el alma del arquitecto, tiene una epifanía.

Rosa. (Canta extasiada, alguna se acopla al canto las demás siguen rezando alrededor)
Somos enviadas. Enviadas del cielo. El arquitecto es el mensajero y su obra es el mensaje. Son tiempos de salvación, de redención, de limpieza. Desde Europa llega la emancipación de la mano del tercer Reich. El arquitecto es el mensajero. Nosotras: su obra. Se necesitan siete almas para salvar el mundo del pecado. Y siete son las almas aquí reunidas.  

Pleno éxtasis, grandes desplazamientos, ritmo enloquecido, todo es un aquelarre, Marta reparte galletitas.

Fermina - Y el número siete es la cifra de Dios en su perfecta Unidad, el número mayor del Cosmos: siete grados de la perfección, siete esferas o niveles celestes, siete planetas que gobiernan el mundo, siete pétalos de la rosa, siete cabezas del naja de Angkor, siete ramas del árbol cósmico y sacrificial del chamanismo...

Marta- El número siete corresponde al sábado y al mes de julio. El siete nunca es día negativo y para los hebreos era sagrado. Son siete los días de la semana; Roma edificó sobre siete colinas a los durmientes de Éfeso, que fueron los campeones del cristianismo, a saber: San Andrés, San David, San Patricio, San Antonio, San Jaime, San Dionisio, San Jorge.

Rosa. En el Apocalipsis nos encontramos con que las revelaciones de San Juan son siete visiones dirigidas a siete iglesias; siete son las trompetas de los siete ángeles; siete los ojos del Cordero y las copas colmadas de ira de Dios...

Alma. Las Obras Corporales son siete: Visitar a los enfermos, Dar de comer al hambriento, Dar de beber al sediento, Vestir al desnudo, Socorrer a los presos, Dar posada al forastero, Enterrar a los muertos.

Fermina. Las Espirituales son: Enseñar al que no sabe, Dar buen consejo, Corregir al que esta en error, Perdonar las injurias, Consolar al triste, Sufrir con paciencia las molestias de nuestro prójimo, Rogar a dios por los vivos y por los muertos.

Dolores. En las investigaciones alquímicas de la Edad Media, el proceso constaba de siete fases. Para los pitagóricos, el siete contenía todas las circunstancias de la vida, y por ello dividieron la existencia humana en diez periodos de siete años cada uno.

Gloria.  Son siete también los dones del Espíritu Santo, los dolores padecidos por la Virgen, las obras de misericordia y los Sacramentos. Según el Evangelio, cuando Cristo habló del perdón, no se refirió a siete, sino a setenta veces siete. Son siete también los pecados capitales.

Gracia. No. En la Biblia no aparecen  los siete pecados capitales, solo los diez mandamientos. Los jinetes del Apocalipsis son cuatro. La santísima trinidad no está conformada por siete sino por tres. Además los pecados capitales eran ocho. Los que conocemos más la tristeza y la vanagloria. Después estos fueron eliminados y se agregó la envidia.

Fermina. ¿Y cuántos quedaron?

Gracia. Siete.

Todas. ¡Siete!


Detención. Sostiene cada una en lo alto una galletita del olvido. Ceremonialmente, como si se tratara de una ostia, la lleva cada una a su boca. A partir de ingerir la galletita, comienzan a moverse muy lentamente, como en un extravío creciente, se pierden en el espacio del depósito, no saben dónde están ni que ha pasado, descubren el cuerpo del arquitecto, Marta contra la pared, imagen idéntica al inicio de la primera escena: estamos en ese momento. Luz tenue.





Marta. ¿Así fue cómo terminamos arrastrando el cadáver del arquitecto a la madrugada por el depósito de Jorge?

Dolores. No es un cadáver. No sabemos si está muerto.

Marta. Si está muerto es un cadáver.
Gracia. Pero está muerto ¿O no?

Fermina. No sé. Hasta ahora creíamos que sí.

Gracia. Pero puede ser que no. Puede que los gases del incendio lo hayan desmayado.

Rosa. No parece muerto.

Fermina. Pero sin embargo sí. 

Rosa. No. Respira. (Se ve que el arquitecto, tendido en el piso, está vivo)

Gloria. ¿Respira?

Dolores. ¡Respira!

Marta. Dios mío respira. (Toma un tarro de leche, intenta golpearlo, la detienen)

Rosa. Si está vivo hay que matarlo.

Alma. ¿Qué mierda te pasa? ¿Y ustedes? Están enfermas. Estaba muerto. Ahora está vivo. Lo quieren matar… Yo me voy.

Rosa la detiene y la tira contra la pared

Pausa.

Alma. Hay que pensar y rápido, antes de que despierte.

Rosa. Hay que sacarlo de acá.

Gloria. Cómo nos metimos en todo esto, dios mío.

Dolores. ¿Adónde lo llevamos?

Se llevan el cuerpo, salen todas, sólo quedan Fermina y Gracia.

Fermina. Me acuerdo pero me olvido. Me olvido pero me acuerdo. No sé si lo que pasó me lo acuerdo. No sé si lo que me acuerdo pasó.

Gracia. No sabemos qué pasó. No sabemos qué estamos haciendo acá. No sabemos si hicimos algo horrendo, si somos o no asesinas. Poco a poco nos vamos a ir olvidando, vamos a crecer, vamos a envejecer, y ya no distinguiremos lo que imaginamos de lo que vivimos.

Fermina. Todo quedará sepultado finalmente tras el manto blanco del olvido. 

Gracia. Negro, el olvido es negro.

Apagón.

Fin.





Guillermo Yanícola, Mar del Plata,  diciembre 2010. Revisado Marzo 2017.


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