Saldungaray 1938.
Estrenada en diciembre
2010, con dirección de Guillermo Yanícola, en el Club de las Artes, OAM, Mar del Plata.
Trabajo resultante del taller Cómo se arma la cosa 2010.
Trabajo resultante del taller Cómo se arma la cosa 2010.
Personajes y elenco de la puesta original.
Alma: Sol Coronel (estreno) / Mariela Usabel (funciones posteriores)
Dolores: Karina Dottori
Fermina: Elisabeth López
Gloria: Carla Areta
Gracia: Abril Grotadaura
Marta: Clara Morlans
Rosa: Claudia González
Un depósito
de almacén. Hay trastos arrumbados, bolsas de arpillera llenas de granos,
fiambres colgando del techo.
Mientras el público ingresa a la sala, se ve al
fondo, sobre la derecha de la escena, un cadáver tirado.
INICIO:
Apagón.
1.
Luz tenue. El
grupo de siete mujeres de espaldas al público, rodeando un cadáver que yace en
el piso.
Marta. ¿Cómo
terminamos con un cadáver en el depósito de Jorge? Somos mujeres de fe. ¿Cómo
llegamos a esto?
Fermina. No sé. No
sé. No sé pero sabía. Sabía pero me olvidé.
Es que me olvido. Me olvido de todo. Eso recuerdo.
Alma. Recuerdo.
Yo también recuerdo que olvido.
Gloria. Recuerdan
que olvidan. ¿Es lo único que recuerdan?
Rosa. Es lo
primero que recordamos. No es mucho. Pero ya es algo. Es un principio.
Gracia. Un
principio ya es la mitad de algo.
Dolores. Recuerdo
que comenzamos a olvidar. No sé cómo, ni porqué. Pero de un momento a otro, un
día, empezamos a olvidar, a olvidarnos de todo.
Marta. Recuerdo la
primera vez que vinimos al depósito de Jorge. Fue hace unos días. El martes. ¿Se
acuerdan?
Baja la luz.
Se ve en contraluz a las siete mujeres arrastrando el cadáver, en lenta
procesión, hasta que salen.
2.
Luz. Desorden.
Bullicio. Entran todas menos Alma. Las seis mujeres hablan a la vez, casi a los
gritos. No está el cadáver de la escena anterior.
Marta. Años, años
que vivo en Saldungaray y jamás pasó una cosa así.
Rosa. Somos las
damas de la Parroquia ¿cómo pueden hacernos esto…?
Gracia. Para mí fue
culpa de este cura. Antes con el padre Luis era mejor…
Fermina
aparta a Gracia del grupo, bullicio.
Fermina. Callate Gracia. Te callás. (Le da con la biblia en la cabeza)
Dolores. Tenemos que
mantenernos unidas, lo importante ahora es recuperar la salita.
Gloria. No podemos
reunirnos acá, my darling, abajo del salchichón. ¡Acá está lleno de fiambres! Yo no sé
cómo podés vivir acá…
Marta. Esta no es
mi casa. Es un depósito. Es el depósito del almacén de Jorge. Mi marido. No te
metas con mi vida.
Bullicio.
Fermina. (Se aparta del grupo, toma su biblia y dice
un Texto bíblico, que se impone sobre el desorden)
Se calman.
Fermina.
Reflexionemos muchachas.
Gloria. ¿So what? ¿Nos
vamos a reunir siempre acá?
Dolores. ¿Alguien
sabe por qué estaba cerrada la salita?
Gracia. No. Llegamos y estaba cerrada con llave.
Gloria. ¿Por qué el
padre nos dejaría afuera de nuestro centro de reunión? No hay que olvidarse que
hace más de seis años que vamos a la salita todos los martes y los sábados.
Fermina. De tres a
siete menos cuarto.
Gloria. O clock.
Rosa. Con todo lo
que hicimos por el pueblo.
Marta. El mondongo
del veinticinco de mayo.
Dolores. ¿Quién lo organizó?
Todas: El grupo de
Damas Parroquiales.
Gloria. ¿Y el Via Crucis?
¿Quién lo organizó?
Todas: El grupo de
damas parroquiales.
Gracia. ¿Y la
lotería para el día del niño quien la organizó?
Todas: El grupo de
damas parroquiales.
Rosa. Hay que
tomar medidas ya.
Todas. Sí
Rosa. No podemos
quedarnos sin hacer nada.
Todas. No.
Rosa. Hay que
averiguar ya mismo qué fue lo que pasó.
Todas. Sí.
Marta. El padre va
a tener que dar explicaciones.
Gloria. En un rato
volvemos con la salita recuperada.
Aplausos.
Comienzan a
salir; entra Alma, cargada de equipaje.
Rosa:
¡Miren quién ha vuelto al pueblo!
Gloria:
¡Bienvenida!
Salen
Rosa y Gloria, luego salen Fermina y Gracia, luego Dolores, quedan sólo Marta y
Alma.
Se miran,
Alma con ojos tristes, de haber llorado. Marta avanza, le acaricia la cara.
Marta. Sos como la
hija que nunca tuve.
La besa en
la frente, se abrazan, van saliendo hacia la casa de Marta.
Alma. Marta, ¿Me
puedo quedar unos días acá?
Marta. Sabés que
sí.
Salen.
Baja la luz.
3.
Luz. Están
sólo Marta y Fermina. Entra Dolores. Camina muy
débil y lentamente, con un paso ridículo e interminable. Finalmente parece
haber llegado a su lugar, suspira. Fermina y Marta accionan. Sorpresivamente
Dolores comienza otro trayecto. Finalmente llega a un lugar y descansa.
Dolores. ¿No llegaron?
Marta. No.
Entra
Alma.
Marta.
¿Encontraste todo?
Alma.
Si. Gracias Marta.
Fermina
secretea con Marta.
Marta: Yo la invité.
Dolores camina muy lentamente hasta la ventana. Marta va en su ayuda, se
genera un aparte para Fermina y Alma.
Fermina. ¿Qué hacés acá?
Alma. Nací acá.
Fermina. ¿Por qué volviste?
Alma. Porque me fue mal.
Fermina. Te callás la boca.
Alma. Yo no me callo nada.
Fermina. Me arruinás la vida. No se te ocurra
contar nada.
Alma. ¿De qué hablás?
Fermina. Sabés de qué te estoy hablando.
Alma. No. No sé.
Fermina. Sos la única que lo sabe.
Alma. ¡Ah..! ¿De qué tenés miedo? ¿Qué pasaría
con tu Biblia si yo hablo?
Fermina. No me hagas eso. Esto es algo que
el pueblo necesita. O tiene fe o tiene miedo.
Alma. Como vos.
Fermina. Por favor…
Alma. Yo no soy como vos. No voy a decir nada.
Marta las descubre y trata de entender la
conversación, Fermina disimula, silencio incómodo prolongado.
Fermina.
¿No vieron a Gracia? Gracia, la huérfana que estoy… Ella a veces
es terrible. A veces se escapa. A veces lee mal. Y yo le digo y le repito. Y no
lo aprende. Y llega el momento de la misa y no lo sabe…
Marta.
Yo tampoco sé leer. Me lee todo Jorge. Me lee los salmos. A veces me
parece que algunos los inventa. Me lee todo. Me lee el precio de la bondiola y
yo lo recuerdo. Me lee el precio del salame y me lo acuerdo. Si querés te puedo
recitar completa la lista de precios de los fiambres, de memoria. Jamón crudo:
tres con veinticinco, jamón cocido: dos con veinte…
Entra
Gracia.
Fermina: ¡Gracia!
Fermina: los siete espíritus de dios:
Gracia: las perfecciones de la divinidad.
Fermina: Los siete candeleros de
oro:
Gracia: la perfección de la luz y la verdad
y del testimonio dado por Cristo.
Fermina: Las siete estrellas:
Gracia: la perfección en el gobierno y la
supervisión.
Fermina: Las siete lámparas:
Gracia. la perfección en la iluminación del
Espíritu.
Fermina: Los siete sellos:
Gracia: la perfección de seguridad y
autoridad.
Fermina: Los siete cuernos:
Gracia: la perfección del poder divino.
Fermina: Los siete ojos:
Gracia: la perfección del discernimiento.
Fermina: Las siete trompetas:
Gracia: la perfección de jurisdicción.
Fermina: Los siete truenos:
Gracia. la perfección del juicio.
Fermina: Las siete plagas:
Gracia: la perfección de la ira divina.
Fermina: Las siete copas:
Gracia: la perfección de la destrucción.
Fermina: Los siete montes:
Gracia: la perfección del poder terrenal.
Fermina: Los siete reyes:
Gracia: la perfección de la… de la… realeza
terrenal.
Fermina con
un gesto la reprueba y la hace salir de allí, cuando está por salir irrumpe
Marta, Gracia se detiene.
Marta. Salame de
milán, dos cuarenta, mortadela, uno con ochenta, cantimpalo, dos sesenta...
Fermina
repite el gesto a Gracia, vuelve a intentar irse y entran Gloria y Rosa, Gracia
se queda a un costado, gran escándalo de Gloria.
Gloria.
Is so bad. No pueden hacernos esto. Oh my god.
Marta.
¿Que dijo el padre?
Rosa.
La salita no la tenemos más.
Fermina.
¿Por qué?
Rosa:
Hasta que terminen las obras.
Gracia.
¿Qué obras?
Rosa.
Las obras del cementerio. Le dieron nuestra salita al arquitecto, para que
guarde sus cosas y se aloje ahí.
Gloria.
Al arquitecto, nada más y nada menos, a ese arquitecto que le oculta al pueblo,
a nuestro pueblo de Saldungaray, a nuestra people, qué es lo que está construyendo.
Pregunto: ¿Alguien sabe cómo va a quedar el cementerio nuevo?
Todas:
No.
Gloria.
¿Alguien puede acercarse, si lo desea, a ver cómo va la construcción?
Todas:
No.
Gloria:
¿El arquitecto informó al pueblo de qué se trata su obra?
Todas:
No.
Gloria:
¿Por qué? Porque este arquitecto caprichoso no permite que ningún habitante del
pueblo sepa lo que está haciendo con NUESTRO cementerio.
Marta.
No suelta prenda. No dice nada. Nos tiene a todos en ascuas. No puede jugar así
con nosotras, con nuestra ansiedad, con la curiosidad natural de todo el
pueblo.
Rosa.
Si, y en nuestra salita duerme, come, trabaja, estudia
los planos y dirige la obra.
Gloria.
Ese arquitecto está apañado por el gobernador. El mismo gobernador que quiere
prohibir la venta de alcohol después de las nueve de la noche.
Marta.
Qué retrógrado.
Gloria.
Y a este arquitecto, a este arquitecto de… pacotilla el padre le ha dado
nuestra salita. ¡Es indignante!
Dolores.
Ahora que sabemos donde guarda los planos, podríamos sacarnos la duda.
(Se
detienen)
Fermina. ¿Qué duda? ¿Qué
querés decir?
Dolores.
Que Rosa tiene la otra llave de la salita, la que le dio el padre Luis. ¿Todavía
la tenés no? Entonces podrías entrar y mirar los planos. Así sabríamos cómo va
a quedar el cementerio.
Fermina. Pero cómo
se te ocurre. Pasar por encima de la autoridad del Padre.
Marta.
No podemos hacer eso. Somos las damas parroquiales.
Rosa. Yo no voy a
entrar a espiar. De ninguna manera.
Gloria. No sería
ético.
Silencio,
pausa.
Fermina. ¿Y cómo hacemos
para entrar sin que el padre se de cuenta?
Todas se
prenden en el plan, traman secretamente.
Baja la luz.
4.
Gracia. Querido señor, te agradezco por
el pan de cada día, por la sopa al mediodía y por la polenta de noche. Te pido
por favor: haz que Fermina deje de pegarme con la biblia en la cabeza. Yo sé
que soy muy afortunada al estar a su cuidado, fue ella la que me sacó del
orfanato y me trajo a Saldungaray; y yo te lo agradezco señor. Desde el año
pasado vengo siendo buena y colaboradora. Te pido, señor, protégeme de todas y
cada una de sus golpizas. Amen. Ah… una
cosita más: me gustaría en las reuniones de las Damas Parroquiales tener
posibilidad de hablar cuando yo quiera, como las demás, sin que ella me haga
callar la boca...
Entra Rosa.
Gracia. Rosa. ¿Qué pasó? ¿Entraste a la salita? ¿Qué
encontraste?
Rosa. Algo increíble.
¿Y las demás?
Gracia. Marta me
dejó a cargo. Dijo que cuando llegaras le avisara. ¿Le voy a avisar?
Rosa. Si. No.
Espera. Tengo que contarte. Entré a la salita y lo vi todo.
Gracia. ¿Todo?
Rosa. Todo.
Gracia. ¿Todo… qué?
Rosa. Todo. Los
planos. Los planos del cementerio. No hay otra cosa
que planos ahí. Miles de planos. Planos grandes y pequeños. Hay tantos planos
como para volver a construir el mundo. Parece que la obra va a ser monumental.
No hay un cementerio así en toda la provincia. Ni siquiera en el país. Pero son
muchos, no puedo traerlos.
Gracia. ¿Y cómo es?
¿El cementerio? ¿Cómo es? ¿Cómo va a quedar?
Rosa. No sé. No
puedo darme cuenta. Vi varios planos, pero cada uno es sólo una parte de la
construcción, una parte pequeña. Es como un gran rompecabezas. Habría que
juntar todos los planos para poder darse cuenta de cómo va a ser.
Gracia. ¿Y si los vas
sacando de a poco, traes algunos y los copiamos acá, yo sé dibujar bastante
bien, después los devolvés y sacás otros… así tendríamos acá copias de todos
los planos y podríamos reconstruir ese rompecabezas acá, en el depósito.
Rosa. El
rompecabezas del cementerio. Podríamos tener el nuevo cementerio acá mismo en
el depósito de Jorge.
Gracia. Sí.
Rosa. Excelente.
Entran las
demás alborotadas.
Todas. ¿Y? ¿Qué
pasó?
Rosa. Algo,
increíble, les cuento… tenemos una idea para saber cómo va a ser el nuevo
cementerio.
Alboroto.
Gracia. Sí, se me
ocurrió que…
Fermina. Gracia te
callás, que Rosa nos va a decir la idea que tuvo.
Rosa. Vamos a
hacer lo siguiente, escuchen…
Baja la luz.
Se ve en contraluz a las siete mujeres arrastrando el cadáver, en lenta
procesión, ingresando.
5.
Luz tenue.
Fermina. Me acuerdo, me
acuerdo, de a poco me voy acordando. Me acuerdo pero me olvido. Me olvido pero
me acuerdo.
Marta.
Yo me acuerdo que nunca estuve de acuerdo. Yo estaba en desacuerdo. ¿Se
acuerdan? Yo no quería que se use el depósito para esta cosa horrenda… macabra,
si Jorge se llegaba a enterar de que estábamos reconstruyendo el cementerio acá
mismo...
Alma. Marta vos al
principio te negaste, después entre todas decidimos hacerlo ¿No te acordás?
Marta. No me
acuerdo. ¿Y este cadáver? ¿Cómo Terminamos arrastrando un cadáver a la
madrugada hasta el depósito de Jorge?
Sube la luz
un poco.
Rosa. (Saca un lápiz de su cartera) Me acuerdo
que poco a poco, laboriosamente íbamos copiando los planos y reconstruyendo el
cementerio, acá en el depósito.
Le entrega el
lápiz a Gracia, mientras habla sucede lo que cuenta.
Rosa . Gracia
dibujaba, Alma la ayudaba, yo iba trayendo unos planos y llevándome otros de
vuelta a la salita.
Gloria. Lo que nos
ayudó fue la prodigiosa memoria de Marta para los fiambres, eso aceleró el proceso.
Fermina:
¿A ver? ¿Te acordás todo?
Marta.
Si: Diámetro del pórtico: 12, 70
metros . Altura de la cruz: 9, 25 metros…
Gracia: ¿Ancho
total del crucifijo?
Marta. 7, 35 metros . Plano 24: La
gran rueda…
Dolores. Sí. Ya
estaban casi todos los planos copiados. Sólo faltaba que Rosa trajera los
últimos…
Marta: Yo les
convidaba esas galletitas ¿se acuerdan?
Marta
convida galletitas, nadie le acepta, Marta prueba una y sorpresivamente apenas termina
de comer irrumpe con el texto siguiente.
Marta. Se me pone
todo blanco.
Gracia. Negro. El
olvido es negro.
Pausa.
Fermina: las
galletitas… el olvido…
Marta. ¿Cómo
terminamos arrastrando el cadáver del arquitecto al depósito de Jorge en plena
madrugada?
Se detienen,
observan y revisan el cadáver, comprenden, recuerdan.
Fermina. ¡El
arquitecto! ¡Es el cadáver del arquitecto!
Rosa. ¿No es irónico? El
arquitecto yace muerto en la reproducción a escala de su propio cementerio.
Dolores. Me acuerdo
que Gloria y yo estábamos acá, charlando, un poco tristes. ¿Te acordás Gloria?
Gloria. No Dolores,
Vos y yo no charlamos nunca.
Baja la luz.
Se ve en contraluz a las siete mujeres arrastrando el cadáver, en lenta
procesión, hasta que salen.
6.
Luz. Dolores
y Gloria; luego todas menos Rosa. Luego entra Rosa.
Gloria. Mirá que hermoso va a quedar. Esa
cabeza de Cristo. Mirá que bien que lo dibujó
Gracia. Wonderful. No sopla una gota de viento. Hace años que no hacía un calor
así. Qué verano, dios mío. ¿Y vos Dolores, qué estás haciendo acá? Vos que
podés ¿porqué no te volvés a Buenos Aires?
Dolores. Me gusta Saldungaray.
En estos dos años aprendí a quererlo.
Gloria. ¿Dos años? ¿Ya?
Dolores. Si. Vine en el 36… ¿Te acordás? el aire de la sierra me
iba a curar la anemia más rápido. Me gusta acá.
Gloria. ¿Te gusta? Pero no vas a
comparar con Buenos Aires… ¡Ojalá te cures pronto así
volvés! Pensá que una vez que salgas de este pueblo de mala muerte, vas a
volver a Buenos Aires, ¡a una capital del mundo! De Buenos Aires a Londres hay
un solo paso, my dear. Buenos Aires es el paraíso.
Dolores. Buenos Aires para mí era el
infierno. Tenía una casa inmensa, y un marido lleno de dinero, sí. Pero viejo.
Muy viejo. Vivía sola, en mi casa, vivía sólo para complacer a un marido que
parecía mi abuelo. Yo estaba muy triste en Buenos Aires, Gloria, vivía tan
profundamente triste que un día toda esa tristeza se convirtió en anemia. Yo no
era feliz en Buenos Aires. Yo allá era tan infeliz como vos acá.
Gloria. Pero qué estás diciendo. ¿Cómo
se te ocurre decir eso? ¿De dónde sacás que yo no soy feliz en mi matrimonio?
Dolores. Gloria yo nunca nombré tu
matrimonio.
Gloria. Pero…but! But!
Dolores. Te voy a confesar algo: desde
hace un tiempo estoy curada. Ya no estoy anémica. Voy a tener que volver con mi
esposo. A Buenos Aires. Quisiera poder
quedarme. Sólo para no tener que irme. Pero para eso tendría que seguir
enferma. ¿Entendés?
Entran las
demás menos Rosa. Marta entra como perdida. Repite nombres de fiambres y
precios, se le mezclan con cotas y medidas del cementerio.
Dolores mira
a Gloria, Gloria le devuelve una mirada cómplice, entonces Dolores, tose, y
camina fingiendo debilidad, finge estar enferma.
Todas
cuelgan los planos de unas sogas, con broches, luego observan cómo quedaron,
cómo quedó la reproducción del cementerio en el depósito; atónitas, felicitan a
Gracia por los dibujos, contemplan la obra del arquitecto con fascinación. Se
escuchan ruidos.
Fermina. Debe ser Rosa.
Ingresa
Rosa.
Todas. ¿Los
trajiste? ¿tenés los planos?
Rosa. No hay más.
Estos eran todos los planos. El Cristo es sólo la cabeza.
Gloria. Nuestro Señor.
Sin cuerpo.
Gracia. Jesús
también era un cuerpo. No sólo cabeza. No sólo Espíritu Santo.
Fermina. ¿Qué quiere
decirnos este arquitecto con este portal? ¿Qué Cristo no tenía cuerpo?
Dolores. O que el
cuerpo no es dios. El cuerpo es el diablo.
Alma. El cuerpo
no es el diablo.
Rosa. El cuerpo no es importante.
Alma. Si. El cuerpo es importante.
Rosa. El cuerpo
no importa. Importa el espíritu. En el cuerpo anida el pecado. El cuerpo es una
cáscara. Una cáscara del diablo. Hay quien se queda con los placeres, pero la
cáscara se pudre. Se muere. Hay quien se va del pueblo a gozar de las mieles de
la vida fácil. No es raro ver a estos ejemplares volver arrepentidos con la
cáscara rota.
Alma. ¡No! No
quiere decir que el cuerpo no importa. Quiere decir que no importa cuanto daño
le hayan hecho, cuanto lo hayan pisoteado. Pueden haberlo matado, aplastado
como a una cucaracha, pueden haberlo borrado completamente, pero aún así, con
el cuerpo roto, el espíritu perdura.
Fermina. Es un
enviado, un enviado de dios.
Dolores. Es el mismo
diablo.
Rosa. ¿A quién más
se le ocurriría un dios sin cuerpo?
Gloria. ¡What the
hell! ¡Qué aberración!
Tumulto,
opiniones encontradas unas a favor y otras en contra del arquitecto.)
Marta. ¿Al final
Es el diablo o es dios? (Come galletitas,
se pierde en la nebulosa del olvido)
Rosa. A ver que
dicen de esto: Municipalidad de Pringles, matadero y Municipalidad de Balcarce,
municipalidad de Laprida, González
Chávez y Rauch. Torquinst, Municipalidad. Plaza y cementerio de Azul. (Despliega los planos, todas los ven, atónitas, ya no quedan dudas.) Tiene una
avioneta. Viaja por toda la provincia para controlar sus obras. Hay que hacer algo.
Hay que detenerlo. Es el mismo diablo.
Impulsiva y
velozmente traman algo, hablan entre ellas.
Gracia. ¿Quién se queda a vigilar?
Gloria. Señoras,
Ladys… ¿adónde estamos yendo? ¿Les parece incendiar la salita? ¿Nuestra salita
donde estuvimos todos estos años reunidas?
Rosa. Es por el
bien común, por la humanidad.
Gracia. ¿El bidón
de nafta? ¿Los fósforos?
Dolores. Acá lo
tengo.
Rosa. Si, deben
ser cerca de las 4, hay que hacerlo antes del amanecer, ¡Ya! vamos.
Baja la luz.
7.
Luz. Se ve la sombra de
Marta tras los planos, comiendo galletitas, perdida en la nebulosa del olvido.
Ingresan todas arrastrando un cadáver.
Gracia. Y el plan
iba perfecto hasta que nos encontramos a este hombre adentro, desmayándose
entre oleadas de humo, entre los planos quemándose y las cortinas haciendo
fuego.
Rosa. No había
tiempo para rescatarlo. No sé por qué insistieron y lo trajeron a la rastra,
arriesgándose a que todo el pueblo nos viera.
Dolores. Pero no nos
vio nadie, Rosa.
Gloria. No lo sabemos.
Dolores. No, no nos
vio nadie.
Gloria.
¿Está muerto? ¿Lo matamos? Matamos a un
hombre. Oh my god.
Gracia. ¿Qué hacía este tipo adentro de la salita a estas horas de la
madrugada?
Dolores. Sólo hay una posibilidad: que sea el arquitecto.
Rosa
inspecciona el cadáver.
Fermina.
¡El arquitecto! ¡Es el cadáver del
arquitecto!
Rosa. Es un cadáver. Un cadáver fresco. Una cáscara sin importancia.
Gloria. Rosa, sabemos que estás familiarizada con estas cosas, porque es
tu trabajo, y alguien tiene que hacerlo, pero, ¿hay necesidad my darling de
andar tocando y removiendo?
Rosa. Aún no se ha ido del todo. Su alma. Podemos hacerla hablar.
Fermina. ¿Qué decís Rosa? ¿Qué estás diciendo?
Gracia. Rosa maneja cosas. Sabe de eso. Yo lo sabía.
Alma. ¿Hacerla hablar?
Rosa. (Canta, en trance) Entro
en el cuerpo buscando el alma. Desde la cáscara hasta el hueso. El hueso del
alma. El alma del arquitecto. (Busca en
el cuerpo, se acoplan un par más que manosean el cuerpo inerte del arquitecto)
Marta. ¿Qué están haciendo? ¿Le curan el empacho?
Fermina. ¿Qué hacés Rosa?
Gracia. Le está entrando al arquitecto. Buscando el alma.
Se agrupan
de rodillas alrededor del cadáver, rezan un rezo inentendible del que
sobresalen levemente los siguientes textos, mientras el murmullo general sigue
sonando como fondo:
Rosa. Información
no es conocimiento.
Gracia.
Conocimiento no es sabiduría.
Dolores. Sabiduría
no es la verdad.
Alma. La verdad
no es la belleza.
Marta. La belleza
no es el amor.
Gloria. El amor no
es la música.
Fermina. Y la
música… la música, es lo mejor.
Rosa
conecta con el alma del arquitecto, tiene una epifanía.
Rosa. (Canta extasiada, alguna se acopla al canto las demás siguen rezando
alrededor)
Somos enviadas.
Enviadas del cielo. El arquitecto es el mensajero y su obra es el mensaje. Son tiempos
de salvación, de redención, de limpieza. Desde Europa llega la emancipación de
la mano del tercer Reich. El arquitecto es el mensajero. Nosotras: su obra. Se
necesitan siete almas para salvar el mundo del pecado. Y siete son las almas
aquí reunidas.
Pleno
éxtasis, grandes desplazamientos, ritmo enloquecido, todo es un aquelarre,
Marta reparte galletitas.
Fermina - Y el número
siete es la cifra de Dios en su perfecta Unidad, el número mayor del Cosmos:
siete grados de la perfección, siete esferas o niveles celestes, siete planetas
que gobiernan el mundo, siete pétalos de la rosa, siete cabezas del naja de
Angkor, siete ramas del árbol cósmico y sacrificial del chamanismo...
Marta- El número siete
corresponde al sábado y al mes de julio. El siete nunca es día negativo y para
los hebreos era sagrado. Son siete los días de la semana; Roma edificó sobre
siete colinas a los durmientes de Éfeso, que fueron los campeones del
cristianismo, a saber: San Andrés, San David, San Patricio, San Antonio, San
Jaime, San Dionisio, San Jorge.
Rosa. En el Apocalipsis nos encontramos con que
las revelaciones de San Juan son siete visiones dirigidas a siete iglesias;
siete son las trompetas de los siete ángeles; siete los ojos del Cordero y las
copas colmadas de ira de Dios...
Alma. Las Obras Corporales son
siete: Visitar
a los enfermos, Dar de comer al hambriento, Dar de beber al sediento, Vestir al
desnudo, Socorrer a los presos, Dar posada al forastero, Enterrar a los
muertos.
Fermina. Las Espirituales son: Enseñar al que no sabe, Dar buen
consejo, Corregir al que esta en error, Perdonar las injurias, Consolar al
triste, Sufrir con paciencia las molestias de nuestro prójimo, Rogar a dios por
los vivos y por los muertos.
Dolores. En las
investigaciones alquímicas de la Edad Media, el proceso constaba de siete
fases. Para los pitagóricos, el siete contenía todas las circunstancias de la
vida, y por ello dividieron la existencia humana en diez periodos de siete años
cada uno.
Gloria. Son siete también los dones del Espíritu
Santo, los dolores padecidos por la Virgen, las obras de misericordia y los
Sacramentos. Según el Evangelio, cuando Cristo habló del perdón, no se refirió
a siete, sino a setenta veces siete. Son siete también los pecados capitales.
Gracia.
No. En la Biblia no aparecen los
siete pecados capitales, solo los diez mandamientos. Los jinetes del
Apocalipsis son cuatro. La santísima trinidad no está conformada por siete sino
por tres. Además los pecados capitales eran ocho. Los que conocemos más la
tristeza y la vanagloria. Después estos fueron eliminados y se agregó la
envidia.
Fermina. ¿Y cuántos
quedaron?
Gracia. Siete.
Todas. ¡Siete!
Detención.
Sostiene cada una en lo alto una galletita del olvido. Ceremonialmente, como si
se tratara de una ostia, la lleva cada una a su boca. A partir de ingerir la
galletita, comienzan a moverse muy lentamente, como en un extravío creciente,
se pierden en el espacio del depósito, no saben dónde están ni que ha pasado,
descubren el cuerpo del arquitecto, Marta contra la pared, imagen idéntica al
inicio de la primera escena: estamos en ese momento. Luz tenue.
Marta. ¿Así fue
cómo terminamos arrastrando el cadáver del arquitecto a la madrugada por el
depósito de Jorge?
Dolores. No es un
cadáver. No sabemos si está muerto.
Marta. Si está
muerto es un cadáver.
Gracia. Pero está
muerto ¿O no?
Fermina. No sé. Hasta
ahora creíamos que sí.
Gracia. Pero puede
ser que no. Puede que los gases del incendio lo hayan desmayado.
Rosa. No parece
muerto.
Fermina. Pero sin
embargo sí.
Rosa. No.
Respira. (Se ve que el arquitecto,
tendido en el piso, está vivo)
Gloria. ¿Respira?
Dolores. ¡Respira!
Marta. Dios mío
respira. (Toma un tarro de leche, intenta
golpearlo, la detienen)
Rosa. Si está vivo
hay que matarlo.
Alma. ¿Qué mierda
te pasa? ¿Y ustedes? Están enfermas.
Estaba muerto. Ahora está vivo. Lo quieren matar… Yo me voy.
Rosa la
detiene y la tira contra la pared
Pausa.
Alma. Hay que
pensar y rápido, antes de que despierte.
Rosa. Hay que
sacarlo de acá.
Gloria. Cómo nos
metimos en todo esto, dios mío.
Dolores. ¿Adónde lo
llevamos?
Se llevan el
cuerpo, salen todas, sólo quedan Fermina y Gracia.
Fermina. Me acuerdo
pero me olvido. Me olvido pero me acuerdo. No sé si lo que pasó me lo acuerdo.
No sé si lo que me acuerdo pasó.
Gracia. No sabemos
qué pasó. No sabemos qué estamos haciendo acá. No sabemos si hicimos algo
horrendo, si somos o no asesinas. Poco
a poco nos vamos a ir olvidando, vamos a crecer, vamos a envejecer, y ya no distinguiremos
lo que imaginamos de lo que vivimos.
Fermina. Todo
quedará sepultado finalmente tras el manto blanco del olvido.
Gracia. Negro, el
olvido es negro.
Apagón.
Fin.
Guillermo
Yanícola, Mar del Plata, diciembre 2010. Revisado Marzo 2017.
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